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Teresa Gil–una portuguesa en Castilla

Doña Teresa Gil, una dama portuguesa, perteneciente al linaje de Riba de Vizela, la propietaria de grandes terrenos en Castilla y Portugal, la fundadora del monasterio de Sancti Spiritus el Real de Toro, la primera abadesa del monasterio de las Huelgas Reales de Valladolid, sin nunca llegar a ser monja, amante del rey Sancho IV de Castilla y, sin embargo, un personaje poco conocido.

Solo existe un sencillo retrato en el que aparece rotulado su nombre y que durante años ha permanecido oculto en la clausura del monasterio de las Huelgas Reales de Valladolid. En este retrato aparece vestida con el hábito blanco de la orden cisterciense y sujetando en su mano derecha unas llaves, lo que indica que ocupo el cargo de abadesa. En efecto, Teresa Gil, fue la primera de sus abadesas conocidas, cargo que ejerció entre 1282 y 1298 y de 1305 a 1310.

En el convento de Sancti Spiritus de Toro su nombre aparece en una inscripción sobre la portada de la iglesia, otra inscripción recorre su sepulcro.

Teresa Gil había nacido entre 1250 y 1255 en Tagilde, y era hija de María Anes de Maia y Gil Martins de Riba de Vizela. Teresa era la menor de cuatro hermanos; Martin Gil I, Constanza Gil, y Guiomar Gil. Su padre ocupó los cargos de teniente de Penela, gobernador de Sintra y mayordomo mayor de Sancho II de Portugal, al que acompaño en su exilio a Castilla hasta la muerte del rey en Toledo en 1248. Después ejerció en Portugal como mayordomo mayor de Alfonso III el Reformador hasta 1264, cuando por su disgusto con el rey regreso a Castilla (Alfonso III lo había sustituido en el cargo por Joao Peres de Aboim, perteneciente a un linaje inferior), al servicio de la corte de Alfonso X el Sabio hasta que falleció en principio de 1275. 

Teresa llegó con su familia a Castilla alrededor de 1260, estableciéndose en Valladolid.

En 1276 Teresa Gil recibió del rey Alfonso X los derechos señoriales de la villa de Sabugal, en Portugal, y en 1283 de Arroyo y Zaratan, dos pequeñas poblaciones cerca de Valladolid.

Se considera que durante su estancia en Valladolid, fue la amante del rey Sancho IV el Bravo, lo que explicaría los múltiples favores recibidos. Gozaba de tanta protección como si fuera una infanta de Castilla. Según parece, el hecho de ser la amante del rey, podría ser el motivo de ocultar su biografía y al no tener descendencia, tampoco fue mencionada como tal en ningún documento de la época.

Sobre su patrimonio “al morir, deja bienes en Benavente, Ciudad Rodrigo, Peleagonzalo, Tordesillas, Valladolid y Zamora, y también grandes extensiones en Portugal entre los ríos Miño y Duero”.

Cuando el rey Sancho IV contrajo matrimonio con doña María de Molina en junio de 1282, Teresa Gil, seguramente por el deseo de la reina y contra su voluntad, tuvo que retirarse de la corte, siendo nombrada la primera abadesa perpetua del recién fundado por María de Molina, monasterio cisterciense de las Huelgas Reales. Esta decisión a la que se vio obligada explica que a pesar de ejercer como abadesa, nunca llegara a tomar el hábito de Cister, ni ningún otro.  A pesar de ser una mujer piadosa, tampoco cita en su testamento a la comunidad cisterciense, en cambio, dispone la fundación de un convento bajo la advocación de San Salvador, deseo que no fue cumplido al dedicarlo la reina María de Molina a Sancti Spiritus.

Teresa Gil, según su testamento, otorgado en Valladolid el 16 de septiembre de 1307, mandaba fundar un monasterio al que nombraba heredero de todos sus bienes, responsabilizando de su cumplimiento a la reina María de Molina.

“En el nombre de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo.

Yo, Doña Teresa Gil, estando en mi entendimiento y en mi sana memoria, ordeno mi testamento y hago mi manda a servicio de Dios y de Santa María de todos los Santos y en enderezamiento de mi hacienda…

Y mando enterrar mi cuerpo en el monasterio que yo mando construir en este testamento; en el coro de las dueñas para que les venga en mente rogar a Dios por mí…

Este monasterio sobredicho que yo, doña, Teresa Gil, mando hacer, quiero y tengo por bien que se llame San Salvador”.

(Cita del testamento de Teresa Gil, conservado en el archivo del monasterio de Sancti Spiritus de Toro)

Tras la muerte de Teresa Gil, en Valladolid, el 4 de octubre de 1310, sus restos fueron depositados en el convento de Santo Domingo de Zamora. Cuando la construcción del monasterio de Toro era prácticamente terminada, en 1345, cumpliendo la voluntad de la fundadora, sus restos se trasladaron a un sencillo sepulcro colocado en el centro del coro de la iglesia de Sancti Spiritus.

Un epitafio que recorre el sepulcro, informa: “Aquí yace doña Teresa Gil, que mando hacer este monasterio por Dios y por su alma, que fino el cuatro de octubre de la era de mil trescientos cuarenta y ocho”.

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