Con una impresionante situación sobre la cumbre del Cerro de Santa Catalina, es una de las tres fortalezas que constituyen el recinto defensivo Castillo de Jaén, junto con el Alcázar Viejo y el Abrehui.
La primera fortificación la llevaron a cabo los musulmanes durante los siglos VIII y IX. Esta alcazaba fue sustituida con la construcción de un gran alcázar defensivo a partir del siglo X.
La construcción visible actual fue erigida tras la conquista de la ciudad por Fernando III el Santo en 1246. Las obras comenzaron a mediados del siglo XIII y continuaron durante los reinados de Alfonso X y Fernando IV.
Durante el siglo XV se llevaron a cabo unas reformas impulsadas por el Condestable de Castilla Miguel Lucas de Iranzo, quien tuvo ahí su residencia, finalizando con la construcción de la Torre de Homenaje.
Durante mucho tiempo el Alcázar Viejo tuvo su propia alcaldía, designada por el concejo de Jaén, diferente de la del “castillo nuevo”, designada por el rey.
Y ahora empezamos con las leyendas del Castillo de Santa Catalina, que no son pocas.
La leyenda del nombre del castillo.
El asedio de Jaén por las tropas cristianas de Fernando III, iniciado en julio, se prolongó todo el invierno, en unas condiciones climáticas muy duras.
Cuenta la leyenda que, el rey Fernando III, después de meses de asedio sin éxito, estaba a punto de rendirse. Por la noche antes de su retirada le apareció en sueños Santa Catalina de Alejandría mostrándole las llaves de Jaén. Al día siguiente los musulmanes hicieron entrega de la fortaleza y, en agradecimiento, Fernando III nombró a Santa Catalina patrona de la ciudad, poniendo su nombre a la fortaleza.
La leyenda de Omar y Zoraida.
En la época musulmana, el castillo tuvo de gobernador a un guerrero llamado Omar, quien estaba muy enamorado de una joven, Zoraida. Un día Omar fue llamado a la ciudad por el cadi, y no regresó. Zoraida fue a buscarle y le encontró cerca del castillo con el puñal clavado en su espalda. Ella abrazó el cadáver, llorando, pero cuando sus acompañantes intentaron separarla, vieron que también estaba muerta; sin embargo, las lágrimas seguían brotando de sus ojos. En el lugar donde habían caído sus lágrimas, se formó una fuente que hoy se conoce como Caño Quebrado. Además, se dice que en las noches de febrero aparecen dos figuras, completamente abrazadas, mientras se alejan y siguen su camino hacia el castillo.
La leyenda de la amante del Condestable Iranzo.
Según la leyenda, el Condestable Iranzo se enamoró de una musulmana, y ese amor era correspondido, así que decidieron casarse. Pero en una de las ausencias del Condestable, la gente de la localidad, que consideraban a la joven una mala influencia para su gobernador, entraron al castillo y la asesinaron. Por ese motivo, dicen que se escuchan sus lamentos en la zona donde ocurrió y hasta se mueven los muebles de esta habitación del castillo.
La leyenda de la Cruz del Castillo.
La leyenda dice que cuando el rey Fernando III conquistó el castillo, subió hasta el último rincón, poniéndole el nombre de Cerro de Santa Catalina. Llegando al punto más lejano, uno de sus capitanes hincó una espada en el suelo como señal de triunfo. A primera vista parecía una cruz cristiana. El rey Fernando se quedó impresionado por el parecido y decidió que siempre hubiera una cruz en este lugar. Las religiosas del Real Monasterio de Santa Clara, también fundado por el rey, eran las encargadas de mantener la cruz, ya que por los vientos las cruces, principalmente hechas de madera, acababan cayéndose. Así, cada poco tiempo había que poner una cruz nueva. Al final, el obispo de Jaén encargó mantener la cruz a una familia importante de la ciudad, a los Balguerias. Por tanto, incluso la cruz actual fue colocada por Eduardo Balguerias en 1950.
Información práctica.
Para comprar las entradas
Precio individual: 3,5 euros; niños, estudiantes y jubilados: 1,5 euros;
El miércoles tarde, entrada gratuita, previa reserva a través de web.
Horario invierno-primavera (hasta 30 de junio): de lunes a sábado de 10.00 a 18.00 horas. Domingo de 10 a las 15.00 horas.
Horario de verano (julio, agosto y hasta 15 de septiembre): de lunes a sábado de 10.00 a 14.00 y de 17.00 a 21.00 horas. Domingo de 10.00 a 15.00 horas.