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Blanca I de Navarra, de reina consorte a reina propietaria

Siendo la segunda hija del rey Carlos III de Navarra y de Leonor de Trastamara (hija del rey Enrique II de Castilla), acabó siendo heredera y, en el futuro, reina propietaria de Navarra. Al fallecer su hermana mayor, Juana, y los hermanos menores, Carlos y Luis, los posibles herederos de la corona, Blanca se convierte en primera en la línea de sucesión.

Nació en Castilla, donde pasó sus primeros años de vida con sus padres, hasta el momento de la muerte del rey de Navarra, Carlos II, en 1387. Se encontraban en el Castillo de Peñafiel, por el que sentían un afecto especial cuando se enteraron de la noticia. El príncipe Carlos, el padre de Blanca, se convertía en rey de Navarra y su madre en la reina consorte, por lo cual tenían que marcharse a Navarra cuanto antes. El mismo año, 1387, Blanca llega con su madre y su hermana a Pamplona; sin embargo, a la reina Leonor no le sienta bien el cambio y, debido a su malestar, decide volver a Castilla con sus hijas, entre ellas Blanca. Solo en 1394 el rey Carlos III consigue reunirse con su esposa y sus hijas en Navarra, donde la infanta Blanca pasa felizmente los siguientes años, dándola sus padres una educación esmerada y desarrollando un gusto especial por la música, coincidiendo con la época de esplendor de la capilla musical de Carlos III.

El 21 de enero de 1402 se concierta el matrimonio de Blanca con Martín el Joven, rey de Sicilia y heredero de la corona de Aragón. Según las crónicas, el rey de Aragón, padre de Martín, eligió personalmente a Blanca diciendo que había apostado sus cuatro reinos a esta niña sabia, atractiva y “endreçada”, entrenada para reinar. Y, efectivamente, según los anales de Aragón,

“Era esta infanta doña Blanca a maravilla hermosa y muy excelente princesa; y aficionose el rey en gran manera que casase con ella el rey su hijo contra el parecer de los del consejo del rey de Sicilia que procuraban que casase con madama Juana hermana del rey Ladislao, entendiendo que de aquel matrimonio se seguiría la paz y concordia entre aquellos príncipes y sus reinos siendo tan vecinos”.

Su contemporáneo, el humanista italiano, Lorenzo Valla, también afirmaba que “la reina era de una gran y rara belleza”.

Como dote, Blanca aportaba principalmente dinero: 100.000 florines de Aragón. El rey de Sicilia donaba a su mujer la ciudad de Siracusa y los castillos de Paterno, Mineo, Vizzini, Lentini y Valle de San Stefano. Y, por supuesto, la infanta traía en su ajuar unas espléndidas joyas, entre las que destacaban un collar de oro con eslabones con forma de hojas de castaño y con gruesas perlas, y otro, adornado con perlas y brillantes.

La flota compuesta por galeras valencianas y mallorquinas, bajo el mando del almirante Bernardo IV de Cabrera, zarpa el 27 de septiembre y el 9 de noviembre Blanca desembarca en Sicilia. Entre su séquito se encuentran nobles de confianza de sus padres, Augerot de d’Uhart, Juan de Domezain (maestresala del palacio de Carlos III), García Martínez de Peralta (escudero del rey navarro), entre otros.

Al paso de poco tiempo, Carlos III empieza a quejarse de no recibir su hija, Blanca, el tratamiento adecuado en la corte siciliana. Incluso acusa a los sirvientes del rey Martín de provocar un aborto que sufrió su hija a los pocos meses de matrimonio. De hecho, solo en 1404 Blanca recibe las ciudades correspondientes a su dote.

Mientras tanto, Martín el Joven necesita regresar a Aragón y nombra a su esposa Blanca como “vicaria” o sea regente del reino durante su ausencia. La reina, a pesar de su juventud, gobernó de hecho e incluso se enfrentó a una conjura en Mesina.

El 17 de diciembre de 1406, Blanca da a luz a su primer hijo, Martín, que falleció en agosto de 1407 a la edad de ocho meses.

El 13 de agosto de 1408, Blanca es nombrada regente por segunda vez, al partir su marido en una expedición militar a Cerdeña. El 9 de noviembre ocurre la erupción del volcán Etna y la reina gana el respeto de toda la población con su comportamiento y actitud firme.

El rey Martín nunca regresó a Sicilia al morir en Cagliari el 25 de julio de 1409 a causa de la malaria, confirmando en su testamento la regencia de Blanca. Su padre, el rey Martín de Aragón, sigue sus deseos y deja a Blanca como regente en Sicilia.

Mientras tanto, Bernardo de Cabrera, nombrado maestro justiciero del reino, encabece una revuelta, entrando en conflicto con los nobles aragoneses y la reina Blanca y sitiándola en Marqueto (Siracusa). Sus padres, los reyes de Navarra, consientes de su complicada situación, deciden enviar una comitiva de caballeros navarros para su ayuda.

“Nuestra infanta donna Blanca esta en extraño regno et entre gentes estraynias et no ay ninguno que los console ni que faga a present a su placer et por tal que eilla sea seruida et acompanyada a esta su necesidat de gentes de la nación como es de razón et entendiendo que mas a menudo seremos certificada de las nuevas e estado de illa” (Carlos III)

En 1413 fallece la hermana mayor de Blanca, Juana de Navarra, convirtiéndose ella en la heredera del trono. Por lo tanto, su padre, el rey Carlos III, pide su regreso a Navarra. Después de ser sustituida en Sicilia por el segundo hijo del rey de Aragón, Juan, Blanca regresa en septiembre de 1415 a la corte navarra. Con este motivo, su padre celebró varios días de fiesta empleando “una gran cantidad de dinero en músicos venecianos para celebrar la llegada de la primogénita Blanca”. El 28 de octubre de 1416 se convocan las Cortes en Olite y Blanca es jurada heredera del reino de Navarra.

Pero por muy heredera y futura reina que fuera, según las costumbres de la época, necesitaba un rey a su lado y, después de pensarlo, su padre, Carlos III, decidió casarla con Juan de Aragón, para la fecha el hermano del nuevo rey de Aragón, Alfonso el Magnánimo.

Juan, doce años más joven que Blanca, presentaba un buen partido, pues tenía muchas posesiones en Castilla, donde heredó de su padre el ducado de Peñafiel, las villas de Castrojeriz, Villalón, Olmedo, Cuéllar y Lara.

Después de recibir la dispensa papal, se firman las capitulaciones matrimoniales el 6 de noviembre de 1419 en Olite. Se indica un punto importante, los derechos a la corona de Navarra de Blanca pasarían después de su muerte al hijo de nuevo matrimonio y, si ella fallece sin descendencia, Juan de Aragón debe abandonar el reino.

La boda se celebra el 10 de julio de 1420 en la catedral de Santa María de Pamplona (aunque según el cronista Alvar García de Santa María, fue el 18 de junio). Para la fecha, Blanca ya tenía 34 años y su marido, 22 años.

Después de la boda se trasladaron a Peñafiel, donde el 29 de mayo de 1421 nace su hijo Carlos, siendo los padrinos del bautizo Juan II de Castilla y don Álvaro de Luna.

El rey de Navarra, Carlos III, exige la llegada urgente de Blanca con el príncipe Carlos, como futuro heredero del reino, que debe educarse en la corte navarra.

“Sea enviado a Navarra dentro del año en que hubiere nacido…criado en dicho Reyno a las costumbres de la tierra”.

En 1422, Blanca con su marido y su hijo regresan a Navarra, donde el rey Carlos decide crear el título de príncipe de Viana para su nieto.

En el año siguiente, 1423, Blanca da a luz a su hija Juana. El 9 de junio de 1424 nace en Olite su hija Blanca y el 2 de febrero de 1425 tiene otra hija, Leonor. Por desgracia, solo seis meses más tarde fallece su hija mayor, Juana, con solo dos años de edad, y el 8 de septiembre del mismo año muere el rey Carlos III, convirtiéndose Blanca en reina de Navarra.

El deseo de la nueva reina era la coronación conjunta con su marido, por lo cual la ceremonia debe ser retrasada hasta cuatro años debido a los complicados asuntos de Juan de Aragón en Castilla. Al final, el 15 de mayo de 1429, Blanca I es coronada reina de Navarra en la catedral de Pamplona.

Mientras tanto, es necesario pensar en las futuras relaciones políticas del reino, lo cual significa conseguir acuerdos matrimoniales ventajosos para sus hijos. El 22 de septiembre de 1436 se firma la Concordia de Toledo, la paz entre Navarra y Castilla y se acuerda el matrimonio de la infanta Blanca de 12 años con Enrique de Castilla de 11.

Por otro lado, Blanca decide casar al príncipe Carlos, su heredero, con Inés de Cleves, sobrina del duque Felipe de Borgoña. La boda tiene lugar el 30 de septiembre de 1439.

En 1440, la reina acompaña a su hija Blanca a Castilla para su matrimonio con Enrique y aprovecha para hacer la peregrinación al santuario de Guadalupe y mediar los conflictos entre su marido y el partido de Álvaro de Luna.

Sin embargo, con la salud ya muy deteriorada, la reina Blanca muere en Santa María la Real de Nieva (Segovia) el 3 de mayo de 1441. En su testamento le lega la corona de Navarra a su hijo Carlos de Viana, pero introduce un párrafo que provocó enfrentamientos entre padre e hijo en el futuro.

“Y aunque el dicho príncipe, nuestro caro y muy amado hijo, pueda, después de nuestra muerte, por causa de herencia y derecho reconocido, intitularse y nombrarse rey de Navarra y duque de Nemours, no obstante, por guardar el honor debido al señor rey su padre, le rogamos, con la mayor ternura que podemos, de no querer tomar estos títulos son el consentimiento y la bendición del dicho señor padre.”

Queriendo de ese modo asegurar la paz entre su esposo y su hijo, consiguió, por desgracia, el efecto totalmente contrario.

La reina Blanca, a pesar de su deseo de ser enterrada en la iglesia de Santa María de Ujué, fue sepultada en la iglesia-monasterio de Nuestra Señora de la Soterraña.

Pidió que se rezase por ella en las iglesias del reino mil misas, y de modo simbólico dejó a su hijo Carlos la corona de oro guarnecida de perlas y piedras preciosas.

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